Thiammamma Marrimanu es tan grande que parece un bosque, y en su espesor confluyen lo terrenal y lo divino, la muerte y el renacimiento.
Se trata de un árbol, pero por su frondosidad maravillosa y su increíble extensión (de sorprendentes 19 mil metros cuadrados) es considerado un gran bosque.
Se trata del Thimmamma Marrimanu, un baniano que se encuentra en la reserva de Eshwaramala en Kadiri, India, y que ostenta el record Guinness como el espécimen arbóreo más grande del mundo. Sus más de 4300 raíces aéreas se extienden de manera apabullante, y en ellas los habitantes de la villa Gutibayalu cuelgan sus rezos en forma de lazos. Y es que además de ser éste un árbol especial por su tamaño, el baniano es de por sí un símbolo nacional de la India, siendo considerado por los hindúes como un ser sagrado, y por los budistas en específico como un árbol con poderes curativos y mágicos, ya que sus hojas y frutos tienen propiedades medicinales.

Los hindúes sostienen la creencia mitológica de que estos árboles son lugar de reposo para una triada divina. El dios de la creación, Brahma, se encuentra en las raíces, mientras que en su tronco mora Krishna y, finalmente, Shiva, dios de la muerte y el renacimiento, se posa levemente en ambos dioses en forma de hojas. Además de punto de encuentro y fusión divina, los banianos como Thimmamma son una prosa sobre las contradicciones de la naturaleza, representando una metáfora sobre el leve equilibrio de la vida.

Y es que se trata de un árbol peculiar: sus semillas caen en las oquedades de otros troncos, creciendo y expandiendo sus raíces en ellos hasta que se arraigan en el suelo como troncos, independizándose de los árboles que les dieron hospedaje y dejándolos muertos por asfixia. Esto hace que su crecimiento sea descendente, yendo del cielo a la tierra, aunque algunas raíces ascienden en busca de los rayos solares, lo que hace a los banianos expandirse en todas direcciones en un viacrucis caótico y contradictorio de enramados.
Así escriben los banianos esta prosa de contradicciones ramificadas, donde lo nuevo mata a lo viejo y el desarrollo va de arriba hacia abajo, contrario a casi toda forma orgánica de vida conocida. No obstante las contradicciones, para la religión hindú los árboles simbolizan una fuerte conexión del ser humano con la naturaleza, con la cual debe mantenerse la paz y la armonía, por lo cual plantar árboles es mantener en su lugar el alma de la naturaleza y, con ello, mantener la continuidad de las almas en la tierra. Además, sentarse cerca de un baniano implica liberar la mente, ya que permite realizar una conexión más profunda con el alma de la naturaleza que ahí se manifiesta.
El origen del baniano Thimmamma Marrimanu
Thimmamma fue una mujer hindú del siglo XV que se inmoló junto con su marido al morir éste. Su sacrificio dio vida a este baniano sagrado, el cual creció justo en donde se encontraba la pira funeraria, y que durante cinco siglos se expandió hasta ser lo que es hoy: el árbol más grande del mundo.

Además, debajo de sus ramas se mantiene un templo que es punto de encuentro de masivas peregrinaciones y de fiestas, como la que se lleva a cabo en el mes phalguna (entre febrero y marzo) en homenaje al dios Shiva. Así, la religión y el culto por la naturaleza se funden en una danza en honor a la muerte y al renacimiento debajo de las ramas de este enorme árbol que ha visto desfilar a cientos de personas (y a muchas mujeres que van con Thimmamma en busca de fertilidad). Por eso los pobladores de Gutibayalu cuidan meticulosamente de este baniano, colocando pilares para sostener sus miles de ramas y supervisando su crecimiento, pues es símbolo de todo lo más adorado por ellos.