Mario Vargas Llosa es, en primer lugar, un gran “influencer” (anglicismo por influyente) cuyo ámbito de influencia se extiende sobre todo a través de las redes sociales. Aparece frecuentemente en entrevistas en los medios de comunicación e influye en las opiniones políticas, sociales, culturales y literarias. Su poder de influencia proviene no sólo de él mismo, sino, sobre todo, de los medios de comunicación. Mario Vargas Llosa es, en gran parte, una creación de las redes sociales, las cuales, al entrevistarlo con tanta frecuencia, lo han convertido en un gran influencer que sugestiona y arrastra a un número muy grande de “seguidores”. El carisma que posee Vargas Llosa no procede, como en el caso de los apóstoles, de una gracia del Espíritu Santo, sino de las redes sociales.
Si indagamos y profundizamos en el origen de la influencia de Vargas Llosa llegamos a la conclusión de que no posee los atributos que le confieren los medios de comunicación. Por ejemplo: ¿Se justifica que Vargas Llosa sea considerado como el principal escritor latinoamericano actual, como el mentor o incluso el conductor de Latinoamérica a fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI? Creo que no. La mirada de Vargas Llosa desde un capitalismo anacrónico no refleja la compleja situación latinoamericana como tampoco lo haría la visión autoritaria de la izquierda marxista.
Hay otras figuras mucho más importantes que él, como Leopoldo Marechal, Leonor Calvera, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Pilar Roca, Percy Gibson, Bertha Bilbao.
He dicho que Vargas Llosa es, en primer lugar, un influencer. En segundo lugar es un escritor que incluso ha obtenido el premio Nobel de Literatura.
No creo que esto haya sido plenamente merecido. Vargas Llosa obtuvo el premio Nobel por haber escrito novelas. Sin embargo, desde mi punto de vista, que coincide con la opinión de Jorge Luis Borges, la novela es un género menor comparado con la poesía y el cuento. Las novelas de Vargas Llosa se mantienen siempre en un nivel prosaico, sin el menor vestigio del florecimiento poético. La escritora colombiana Carolina Sanín escribe que las novelas de Vargas Llosa son “bodrios” (página 12 del 3 de junio del 2022) Además agrega que son formalmente anacrónicas, escritas como si nunca hubieran existido Joyce y Proust. Néstor Sánchez escribe:
“Para mí Vargas Llosa me parece peor que Pérez Galdós (…) Estos escritores para mí representaban el momento más bajo de una lengua, por su falta de relación con la poesía”.
Es probable que al otorgar el premio Nobel a Vargas Llosa la academia sueca haya sido presionada por los medios de comunicación y por la influencia personal de Vargas Llosa. Lo que sí me parece fundamental para cuestionar que el escritor peruano haya obtenido el premio Nobel de Literatura es que sus novelas no tienen ninguna conexión con la gran Tradición espiritual. Con respecto a la Tradición espiritual he escrito un libro titulado El otoño de la Edad Moderna. La restauración de la tradición Primordial. Buenos Aires 2021. En esa obra sostengo que el simbolismo literario tiene su origen en el simbolismo espiritual. Restablezco el significado primigenio sagrado de la poesía. La doctrina tradicional del arte y de la literatura aspira a crear el jardín de las delicias espirituales, intelectuales. El proceso creador tradicional se basa en la inspiración espiritual. En cambio las novelas de Vargas Llosa no tienen ninguna relación con la inspiración espiritual. Son sólo prosa. Las novelas de Vargas Llosa están totalmente alejadas de la vida espiritual. La ideología del novelista peruano es materialista.
¿Se justifica la influencia de Vargas Llosa en el campo de la política en Latinoamérica? Por ejemplo: ante la opción entre Bolsonaro y Lula en las elecciones brasileñas el autor peruano eligió a Bolsonaro, al que consideraba el mal menor. Sin importarle que Bolsonaro promovía la erradicación total de la selva amazónica, lo que implicaba el exterminio de las poblaciones indígenas del Amazonas y la desaparición de millones de especies vegetales y animales. Bolsonaro entregaba el Amazonas al afán de lucro de agricultores, ganaderos y empresarios. Cuando los incendios destruían la Amazonia, Bolsonaro impidió desde su cargo todas las iniciativas tendientes a disminuir el deterioro ambiental. Niega la realidad del cambio climático. Obstruyó la lucha contra las masacres de indígenas cometidas por los buscadores de piedras preciosas. Apoyó el golpe contra Joao Goulart; sostuvo posiciones racistas; se lo acusó de tener vínculos con los asesinos de la concejala izquierdista Marielle Franco. Para colmo Bolsonaro defiende la invasión de Rusia, de Putín, en Ucrania. Apoyó a Trump en EEUU a pesar de haber éste organizado un violento asalto al Capitolio en Washington con el que intentó destruir el resultado electoral que lo había expulsado de la Casa Blanca. Bolsonaro trató de destruir la democracia brasileña promoviendo una dictadura cívico-militar. En aparente “defensa” de una democracia liberal intentó imponer una dictadura. Pero las instituciones públicas salvaron a Brasil de caer en una dictadura.
A pesar de estos terribles antecedentes el autor peruano apoyó a Bolsonaro. En consecuencia, la imagen de Vargas Llosa se desprestigió por completo y es obvio que no puede ser considerado como representante auténtico de Latinoamérica. Debería haber rechazado a ambos candidatos a la presidencia de Brasil: a Lula y a Bolsonaro.
Es aceptable y valiosa la crítica del novelista peruano contra el populismo, el kirchnerismo y contra las dictaduras de tendencia marxista en Venezuela, Cuba y Nicaragua. Sin embargo, el novelista incurre en un gran error al elogiar desmedidamente a Macri. El autor peruano reconoció finalmente que Macri fracasó y facilitó así el ascenso del populismo kirchnerista. Véase al respecto mi trabajo titulado Espionaje, dictadura y fascismo bajo el gobierno de Macri (Comunicar noticias, 9 de febrero del 2019).
En Perú Vargas Llosa apoyó la candidatura de Keiko Fujimori, hija del dictador Alberto Fujimori contra Pedro Castillo, de tendencia marxista.
Al apoyar a Keiko Fujimori el novelista peruano actuó a contramano de los ideales que dice defender. Destaco que Keiko nunca condenó los crímenes de su padre. Wikimedia consigna los siguientes cargos criminales contra Alberto Fujimori: homicidio doloso, crimen de lesa humanidad, cohecho, secuestro y desfalco. La Corte Suprema de la República del Perú lo condenó a 25 años de prisión por su responsabilidad en los delitos de asesinato con alevosía, secuestro agravado, y lesiones graves. Además se le acusa de haber ordenado la esterilización forzada de 236.000 mujeres indígenas.
Se sabía que si Keiko llegaba a la presidencia de la nación, dispondría la libertad de su padre. A pesar de estos antecedentes, el escritor peruano apoyó a Keiko Fujimori en las elecciones contra el candidato izquierdista Pedro Castillo. Vargas Llosa debería haber rechazado a ambos candidatos: a Keiko Fujimori y a Pedro Castillo.
Actualmente el novelista apoya a la presidenta Dina Boluarte en Perú después de la destitución del presidente electo Pedro Castillo ordenada por el Congreso. Esta postura es comprensible si consideramos que bajo Pedro Castillo se establecería una dictadura marxista que destruiría completamente la libertad del ciudadano como ocurre en Cuba, Nicaragua y Venezuela. Pero Vargas Llosa debería haber condenado la muerte de alrededor de 67 manifestantes durante las protestas contra el gobierno de Dina Boluarte, pero no lo ha hecho.
El 2 de octubre del 2020 Andrés Manuel López Obrador, presidente de México ,hizo pública una carta dirigida al rey de España y al Vaticano en la que solicita que la corona española y la Iglesia Católica pidan disculpas a los pueblos originarios por los innumerables crímenes, abusos y atrocidades que cometieron los conquistadores contra los indios americanos durante la colonización.
Según he aprendido directamente de la boca de Lamas budistas tibetanos nunca se justifica que un país, en este caso el imperio español, situado en otro continente, en la orilla opuesta del océano Atlántico, ataque y explote sin pausa durante siglos un continente entero: América, causando millones de indios muertos y una miseria espantosa.
El novelista peruano justificó la así llamada colonización de América. Lo hizo por ejemplo en una entrevista con Edgardo Litvinoff en La Voz, el 30 de marzo del 2019, a pesar de que esa colonización (que la escritora peruana Pilar Roca denomina holocausto) significó la masacre de millones de indígenas perpetrada por los invasores españoles. Significó también la destrucción de la cultura indoamericana y la explotación de las riquezas naturales de América. La opinión del escritor peruano es insostenible e ignora la realidad histórica y la autorizada aseveración de escritores como por ejemplo Pilar Roca, autora del libro Errores y horrores del imperio español, El holocausto andino y otras obras sobre los abusos y las atrocidades de los invasores españoles. Ignora también la obra de Antonio Espino López: La conquista de América, Una revisión crítica, Barcelona 2014. De este libro destaco un capítulo titulado Las prácticas aterrorizantes en la conquista de América, donde se describen las técnicas que emplearon los españoles para someter por el terror a los indígenas: millones de amputaciones de manos y pies de los indios, de los pechos de mujeres indígenas, empalamientos y ejecuciones por la hoguera. Destaco que lo expuesto está documentado en la parte final del libro titulada Fuentes y bibliografía. Es indudable que los documentos citados allí son auténticos y dignos de fe y crédito. Refiriéndose a la llegada de los europeos a América el novelista peruano reconoce que fue violenta, pero que todas las colonizaciones fueron violentas, con lo cual justifica esa violencia. Después de reconocer que la conquista de América fue muy violenta y real se contradice y declara que trasladarse al pasado es “bastante mitológico”. En resumen, Vargas Llosa justifica y acepta como algo natural los horrores y las atrocidades de la conquista de América.
Sorprende e indigna la obsecuencia del novelista peruano ante la corona española. Destaco que los crímenes de lesa humanidad como los descriptos por Antonio Espino López son imprescriptibles y deberían ser juzgados por la Corte Penal Internacional de La Haya aunque hayan pasado 500 años.
Refiriéndose a los abusos de los invasores españoles, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, hizo pública el 2 de octubre del 2020 una carta en la que solicita al rey de España y a la Iglesia católica que pidan perdón a los pueblos originarios por los abusos de los invasores españoles durante la conquista de América como así también por la destrucción de la cultura indoamericana antigua.
El novelista peruano rechazó violentamente este pedido de perdón adoptando una postura totalmente parcial a favor de la corona española.
El presidente de México denominó a Vargas Llosa “un intelectual de la realeza”, lo cual es evidente si se piensa que el rey de España le concedió a Vargas Llosa el título de marqués. Al recibir el título de marqués el escritor peruano aceptó ser incorporado a la corona española. Así se explica la furiosa arremetida del novelista contra la carta de López Obrador.
Al referirse al indigenismo de principios del siglo XX el autor peruano lo descalificó diciendo que fue muy destructor y que hizo mucho daño. Pero el indigenismo tiene antecedentes muy valiosos en los escritos de Fray Bartolomé de las Casas y José Martí, los cuales rechazaron el colonialismo y defendieron a los indígenas de las hostilidades de los invasores españoles.
Vargas Llosa no pertenece a Latinoamérica ni a Indoamérica, sino a la corona española. Rechaza las reivindicaciones de los pueblos originarios y justifica de modo incondicional las acciones coloniales del imperio español en América.
El escritor peruano pretende que borremos nuestra consciencia histórica, que olvidemos que nuestro origen es traumático por ser descendientes de una cultura resultante del choque entre las culturas española e indoamericana. Es verdad que este encuentro produjo un mestizaje, pero ese mestizaje no siempre fue armónico y en cambio causó la disociación entre Europa y América. En última instancia debemos escuchar la voz de la tierra: América. El autor peruano pretende que olvidemos nuestro pasado traumático y nos concentremos exclusivamente en nuestro presente, en nuestros problemas actuales. Pero esta propuesta significa la destrucción de nuestra identidad cultural. Vargas Llosa está al servicio de la monarquía española. Por lo tanto no puede ser el mentor ni el conductor de la cultura latinoamericana ni indoamericana. Sí lo fueron Leopoldo Marechal y Leonor Calvera en Argentina, pero ya no existen.
Aclaro que los términos Latinoamérica e Indoamérica podrían unificarse y dar lugar a Latinoindoamérica. Pero tal vez esto no sea necesario porque en la palabra América está incluida la cultura indígena americana antigua y actual.
En la entrevista con Litvinoff ya citada, el novelista destaca que, si bien la colonización fue violenta, mucho más violenta fue la época precolonial dando como ejemplo a los aztecas, los cuales, según Vargas Llosa, practicaron masivamente los sacrificios humanos en la creencia de que eran necesarios para alimentar a los dioses, sostener al sol y al universo y beneficiar así a los humanos. Es indudable que los sacrificios humanos y de animales son absolutamente condenables, lo cual no justifica que porque un pueblo, los aztecas, lo hayan hecho, tenga otro pueblo derecho a colonizarlo, lo que significa esclavizarlo, explotarlo, destruir su cultura y exterminarlo como lo hicieron los conquistadores. Es lamentable comprobar que casi todos los pueblos del mundo practicaron sacrificios humanos, entre ellos los griegos y los judíos.
Llegamos finalmente otra vez a la conclusión de que Mario Vargas Llosa no puede ser mentor de Latinoamérica ni de Indoamérica por las razones ya expuestas.
Autoría: Julio Cesar Forcat
