Por Alejandro Martínez, dirigente del Partido Obrero, en el Frente de Izquierda Unidad.

La revelación, por parte de Horacio Verbitsky, de que recibió la vacuna en el Ministerio de Salud luego de llamar a su “viejo amigo” Ginés González García, junto a altos funcionarios gubernamentales, de una forma totalmente irregular, puso de nuevo de manifiesto un régimen de privilegios y atropellos contra el pueblo.
Se vacunaron en el Ministerio, a escondidas, junto con Eduardo Valdez, Jorge Taiana y otros funcionarios kirchneristas, en un operativo que arrancó con el desvío de dosis de vacunas al Hospital Posadas. Luego de las revelaciones de Verbitsky, salió a la luz la denuncia de que Hugo Moyano, su mujer y su hijo también se habrían dado la vacuna. Antes, Beatriz Sarlo había denunciado el ofrecimiento que el realizaron de dársela antes de que le correspondiera.
Entre los privilegiados se encuentran los multimillonarios empresarios dueños de distintas empresas en Mar del Plata , la familia Aldrey, toda una paradoja en cuanto a la situación sanitaria local.
Mientras se producía la vacunación VIP, hay todavía trabajadores de la salud que no han podido acceder a la vacuna. Colapsa el sistema de salud, de pedido de turnos para adultos mayores, y no se ha vacunado a prácticamente ningún docente mientras se fuerza el regreso a las clases presenciales.
Lo que estalla con el escándalo de Ginés no es solamente un régimen de privilegios o un tráfico de influencia. Es una manifestación, particularmente visible, del manejo capitalista de la pandemia, que distribuye el acceso a la inmunidad de acuerdo con los mismos parámetros que rigen el conjunto de la vida social: en función del poder del capital y su Estado.
Entre los millones sin acceso a la vacuna, por un lado, y el Estado y los laboratorios que la manejan, por otro, hay un abismo. Y hay que recordar que la mayoría de las vacunas fueron financiadas con patrimonio público. Los Verbitsky y Ginés, el “progresismo” nacional y popular, como también los Moyano y la burocracia sindical mostraron de nuevo blanco sobre negro su carácter de clase.
La oposición de Cambiemos denuncia la manipulación, pero sólo para defender las manipulaciones en gran escala que realizan los grandes laboratorios, los Pfizer, junto a las potencias imperialistas que los han financiado y pretenden acaparar las vacunas e imponer condiciones prohibitivas para los países atrasados.
El destape de este escándalo terminó con el pedido de renuncia al Ministro se Salud. Se coló en esto la interna gubernamental. Muchos atribuyen a Verbitsky una operación para voltear al Ministro. Clarín había accedido a información sobre la vacunación clandestina antes de que Verbitsky la revelara, y estaba investigando el tema. Los choques entre Carla Vizzoti y Ginés González García fueron públicos durante meses. Todo el episodio va a agravar los choques al interior del oficialismo.
Estos intereses bloquearon sistemáticamente la centralización del sistema de salud que permitiría concentrar los recursos para el combate a la pandemia. Por otro lado, por los requisitos del ajuste, que condenó, durante esta emergencia, a miles de trabajadores de la salud a seguir precarizados, con salarios congelados y sin condiciones de trabajo adecuadas.
El escándalo de la vacuna es la gota que colma el vaso de esta situación.